Hubo una vez un hacendado con un caballo.
Una noche él olvidó cerrar el granero.
El caballo se escapó.
El vecino vino y dijo:
Qué desgracia, usted perdió un caballo.
El hacendado no dijo nada.
Dos días más tarde, el caballo volvió.
Otro caballo lo siguió a casa.
El hacendado estuvo encantado, pero no habló.
Más tarde, el vecino vino otra vez.
¡Qué fortuna! Usted tiene más caballos.
El hacendado estuvo callado.
El caballo parió un caballo pequeño.
El hijo del hacendado quiso entrenarlo.
Pero un día se cayó y se rompió la pierna.
El vecino vino de nuevo y dijo:
Qué desgracia por culpa del nuevo caballo.
El hacendado no contesto.
Poco después, el país entro en guerra.
Los generales vinieron en busca de infantería.
Todo hijo joven fue reclutado.
El hijo del hacendado no fue reclutado por que su pierna estaba rota.
Más tarde el vecino fue otra vez.
Él dijo: ¡Qué fortuna debido a la herida!
¡Usted no fue reclutado para la guerra!
Así que en la vida, cuando las cosas estén mal no te rindas porque lo bueno está justo a la vuelta de la esquina. ( del Ying, Yang).