Las siguientes sugerencias se han ido construyendo a lo largo del tiempo con los aportes de pacientes. Están aun en construcción y espero que sigan llegando nuevos aportes para seguir enriqueciéndolas.
Pasarán a ser “reglas” para una determinada pareja si ambos las han aceptado como tal.
REGLAS DE LA COMUNICACIÓN :
“Ponerle título a la canción”: se debe explicitar y acotar claramente el tema que van a conversar o negociar. Centrarse en lo actual y puntual. No irse por las ramas, ni generalizar, ni sacar a colación el pasado.
Acordar una cita: definir lugar, hora y el tiempo límite máximo que le van a dedicar a la conversación. En lo posible que no sea en el dormitorio.
No interrumpir: se pueden tomar notas para contestar luego.
Validación de lo subjetivo: el ser humano no puede percibir la realidad objetivamente (realidad entre paréntesis y construcción de la realidad). Hay que aceptar lo que el otro “ve” o siente, sin cuestionarlo. Si un tema es muy importante para un miembro de la pareja, inevitablemente afectará la relación, por lo tanto, ese tema es importante para los dos.
Forma de verbalizar: no culpar, atacar, reprochar, descalificar, chantajear, amenazar ni quejarse ni “hacerse la víctima”. Ya que sino el otro se justificará, atacará de vuelta, se taimará o se distanciará, cerrándose a escuchar abiertamente.
Hablar en idioma “yoico” y no “tuico”: empezar las frases con “yo” y no con “tú” para evitar hacer juicios acerca del otro. No hacer uso del:
+ “nosotros” hablando por los dos, ya que se está suponiendo la postura del otro. “Lo que nosotros queremos es….”
+ “uno”, ya que está amparándose en la normalidad estadística. “Es que uno en esta situación obviamente…..”
+ “se” …, ya que está ampárandose en verdades absolutas. “Esto se hace así, se estila así….
+ “me-me-me”, ya que se está asumiendo un rol de víctima pasivo y/o una imposibilidad de cambio. “Tú me hiciste sentir…. tú me obligas a….. en mi infancia me….. mis condiciones actuales me….”
No decir lo que se piensa sino lo que se siente ante la acción u omisión del otro (no opinar). No cuestionar lo que el otro siente. No “leer” la mente ni los sentimientos del otro (“no, lo que tú realmente piensas o sientes o te pasa es….”)
No hacer una guerra santa: no emitir juicios o normas estadísticas ni valóricas como si se fuese dueño de la verdad o de lo práctico, o de lo lógico, o de la bondad o de la sanidad mental. Mientras más convencidos estemos de nuestra verdad, mayor será la posibilidad de caer en una guerra para “salvar” al otro de los riesgos de estar “equivocado”.
Evitar el juego del “gallito”: si en las luchas de poder alguno gana, los dos pierden. Si negocian, los dos ganan. Si no negocian, se desgastarán y agotarán.
Cuidado con el triunfo pírrico: ganarle al otro puede llevar a destruir la relación
Pedir como “neurotiquito”: rogarle al otro, por favor, lo que uno quisiera, asumiendo que es una necesidad subjetiva (“neurótica”) nuestra, no una obligación del otro.
Respuesta al pedido: contestar si se acepta o no, sin contra-argumentar, ni culpar, ni quedarse en silencio, ni distanciarse o irse; sin cuestionar ni descalificar al otro preguntándole “pero, ¿por qué quieres eso? o ¿para qué?”, justificándolo con un “es que quiero comprenderte (o conocerte)”.
Derecho al “no”: el otro obviamente puede rechazar el pedido, ya sea porque no puede o porque no quiere. Validar el no-ceder. No insistir en el pedido, ya que posiblemente se caerá en errores de forma. Evitar manipulación o extorsión emocional si se ha rechazado el pedido. Simplemente ambos aceptan que, entonces, hay que negociar.