Redacción
BBC Mundo
¿Frustrado porque la dieta que sigue no da resultados? ¿No logra perder más peso o incluso recuperó lo que perdió? Quizás no sea culpa suya sino de los tratamientos para adelgazar que se han olvidado de un punto importante: el metabolismo cambia cuando se deja de comer.
Tanto el organismo de Salud Británico (NHS), como el estadounidense (US health), asumen que si una persona deja de consumir 500 calorías diarias perderá alrededor de una libra semanal, sin importar cuánto tiempo lleva haciendo régimen ni por cuánto tiempo seguirá.
«A medida que una persona pierde peso su metabolismo se ralentiza y, finalmente, se estanca. Si usted quiere perder cinco kilos reduciendo 100 calorías al día, puede bajar la mitad en un año y el resto en tres. Después de ese tiempo se estancará y empeorará», detalló Kevin Hall, director de la investigación, en la reunión anual de la Asociación Americana de Avances Científicos.
«Una dieta no sólo es dejar de comer sino comer bien, no dejar huecos para que no haya un efecto rebote. Lamentablemente en el mercado nos encontramos ofertas que no son realistas, que nos ofrecen adelgazar en uno o dos meses. Hay que asumir que es un proceso a largo plazo»
Yolanda Sanchis, nutricionista
El estudio subraya además la gravedad de enfatizar en dietas rápidas y milagrosas y en la necesidad de revaluar las políticas públicas sobre el tratamiento de la obesidad.
«No hay una dieta mágica o milagrosa. Cuando se deja de comer el cuerpo pone en marcha mecanismos para mantener el peso. Comer es uno de los instintos primarios del ser humano. El cuerpo se defiende, no quiere perder peso», explica a BBC Mundo Alber Lecube, coordinador del Grupo de Trabajo de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Cuando se utilizan fármacos contra la obesidad, vas contra ese mecanismo de defensa y terminas atrofiando otras partes de tu cuerpo, señala el experto.
«De alguna manera uno no puede tener el peso que quiere, lo puede ajustar con un cambio de hábitos y un incremento en la actividad física, no necesariamente yendo al gimnasio sino caminando dos veces al día. Hay que tener en cuenta que hay una base genética importante que determina nuestro peso. Para muchas personas delgadas es más difícil ganar peso que para un obeso perderlo”, detalla Lecube.
Impuesto a la gordura
El estudio del Instituto de Salud de Maryland se detiene en la necesidad de ofrecer un asesoramiento más preciso y realista a las personas con sobrepeso y obesidad.
«Es mejor tener una idea real para saber qué intervención se necesita», detalló Hall.
En su ponencia, el médico examinó una vieja propuesta de «impuesto a la gordura», que añade un 20% al costo de los alimentos dulces y pocos saludables y que, según el organismo de salud estadounidense, reduciría las tasas de obesidad en el país del 67% al 50% en cinco años.
No obstante, cuando los expertos del Instituto de Salud de Maryland incluyeron los cambios metabólicos que experimenta la gente, los resultados no eran tan optimistas: solo caería este índice a un 62%.
«La teoría sobre las dietas la conocemos, la cuestión es llevarla a la práctica. Una dieta no sólo es dejar de comer sino comer bien, cumplir con todas las comidas del día, no dejar huecos para que no haya un efecto rebote. Lamentablemente en el mercado nos encontramos ofertas que no son realistas, que nos ofrecen adelgazar en uno o dos meses. Hay que asumir que es un proceso a largo plazo», comenta a BBC Mundo la nutricionista Yolanda Sanchis.
En ese sentido, Lecube comenta que «cuando se inicia una dieta también hay que trabajar en la autopercepción de la estética de cada persona, en los valores sociales. Hay gente baja y alta, gorda y delgada».
«Una persona que pesa cien kilos, con una base genética de obesidad, no puede pretender bajar hasta los 70. Si acaso puede ajustar su peso. Cuando se fuerzan las dietas se atrofian los mecanismos del hambre y el cuerpo defiende su territorio. No se nos puede olvidar que comer es un placer, tenemos que comer para vivir», subraya.